Colaboración: VIVIR LEJOS DE CASA POR BEATRIZ ADRIANA

Vivir #lejosdecasa es un carrusel de emociones. 

En 2013, cuando tenía 23, viajé por primera vez a París para vivir la experiencia de ser Au Pair (persona extranjera que trabaja ayudando con las tareas del hogar o el cuidado de niños en una casa de acogida en el extranjero). Nada sencillo pues no hablaba ni francés, ni inglés (solo muy básico). 


A partir de ese momento mi vida cambió. Jamás volví a ser la misma y jamás se fue la idea de seguir acumulando momentos por el mundo. 

En posteriores años, viví también como Au Pair en San Francisco, Nueva York y de nuevo París. Lejos de casa, ciertamente creces más rápido como persona, porque la necesidad de adaptarse te obliga a ello.  

A mis 27 años volví a Nueva York, pero esta vez como estudiante. Nuevamente otro mundo, muy similar al que podría haber tenido en México con la diferencia del idioma, que ya no era a un nivel sencillo trabajando solo en casa con niños, esta vez era en una universidad, tomando clases y atendiendo pacientes en odontología. 

Para mí, las cosas diarias como lavar, cocinar, hacer el super, organizar tu tiempo, etc., siempre han significado todo un reto. 

En México, se que tengo a mi familia y amigos que muchas veces me apoyan y acompañan. Cuando vives lejos eso no existe. Ahora que estoy casada y con una bebé lo veo aún más claro. No ha sido sencillo viajar de un lado para otro, hacer equipaje cada que se deba, buscar casas u hoteles llega a ser un fastidio. Trámites para visas, permisos de viaje, idas al médico por tu bebé, todo según las reglas del país en el que te encuentres. A veces quisieras que alguien te ayude con más cosas (en mi caso estaba acostumbrada a que en México todo lo podía resolver fácilmente, pues conozco perfectamente como se mueve la sociedad y no falta quien te eche la mano). 

Por supuesto, hay muchas cosas que amo de vivir lejos de casa: he aprendido otros idiomas, me he inmerso en otras culturas, he conocido muchas personas de las cuales han salido grandes amistades. Mis ojos ven el mundo de diferente manera, mi mente se ha abierto a que no hay correcto o incorrecto, solo diferente. 

Y como dije al principio: es un carrusel en donde hay que aprender cada día a lidiar con tus emociones y adaptarse cuando sea necesario. Al menos eso me ha enseñado el haber vivido en 9 diferentes países en los últimos 2 años y 5 meses, acompañada de mi hija y mi esposo árabe de Arabia Saudita.

Beatriz Adriana.

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