La primera vez que viví lejos de casa

Tenía 21 años, me encontraba estudiando la Licenciatura en Relaciones Internacionales cuando me determiné a estudiar un semestre de mi carrera fuera de México, y es que si bien no es obligatorio realizarlo, consideraba que la carrera lo ameritaba. Esta decisión estuvo impulsada por mi YO de la infancia que en algún momento de su vida soñó con aventurarse en otros países e incluso cambiar de residencia.

Y así fue como puse todo mi empeño en investigar requisitos para finalmente llevarlo a cabo. El destino no lo tenía claro, pero finalmente me decidí por España.

Después de encontrarme varios meses intranquila por no tener una pronta respuesta, finalmente llegó mi carta de aceptación de parte de la Universidad de Almería.  

Empecé mi tramite de visa estudiantil, otro proceso que me mantuvo con incertidumbre, pero que al final me aprobaron y llegó faltando muy poco para la fecha de mi partida.

Te puedo decir que hasta ese momento no me había separado de mi familia por más de una semana, y que cuando les planteé a mis padres la idea de irme, les tomó un poco por sorpresa. Me costó convencerlos de que me dieran la oportunidad de pasar un semestre lejos de casa. Mi mamá y yo siempre hemos sido muy apegadas. Recuerdo haberme preparado un buen discurso en el que les hablaba de todas las ventajas que tendría estudiando ese semestre fuera, enfatizando también en mi crecimiento personal.

Finalmente llegó el momento de partir, con lagrimas en los ojos me despedí de mi familia y me fui a la aventura. Debo confesarte que tan poco era lo que había viajado sin mis padres, que al pasar el filtro de inspección para buscar la puerta de embarque, me perdí y terminé saliendo pero del aeropuerto (una anécdota muy chistosa, la verdad).

Al llegar a Madrid, tomé un tren con dirección a Almería. En esas 7 horas repasé en mi mente todos los objetivos que me había propuesto para los siguientes 6 meses.

Llegué a Almería de noche, pedí un taxi, le pedí que me dejara en el hotel más cercano, puesto que a los días posteriores tenía cita para ver algunos departamentos. Yo, inexperta y el taxista un poco malo, terminó dejándome en un hostal un poco raro, recuerdo que esa noche no hice más que llorar y pensar que por ser tan aferrada estaba ahí sola y extrañando a mi familia.

Al día siguiente salí disparada del hostal dispuesta a encontrar un departamento lo más pronto posible. Unas paisanas me dieron acogida por unos días en lo que encontraba el lugar que se adecuara a mis necesidades. 

Recuerdo haber acudido a ver las instalaciones de la universidad que me adoptaría por esos 6 meses, en ese momento perdí el miedo a lo desconocido, y decidí adaptarme a lo que se me presentara en el camino.

Y en ese momento también empecé a autodescubrirme.

A los días de empezar a realmente disfrutar esta nueva experiencia, conocí a Juanjo, mi ahora esposo, nos volvimos algo así como inseparables, y tengo que aceptar que el me ayudó mucho en mi proceso de adaptación.

Pasaron los meses y fui adoptando a la ciudad como mi hogar, sin saber que 10 años después, aquí estaría viviendo junto a mi esposo e hijo.

Me dejé llevar por Almería, sus paisajes, su gastronomía, su historia y su gente.

Conocí a personas de muchas partes del mundo, hice amistades para toda la vida y conocí al amor de mi vida. Tuve oportunidad de conocer muchos lugares de Europa y un poco de África.

Sin duda una experiencia que en su momento no quería que se acabase, que llegó a confirmarme mi deseo de seguir comiéndome el mundo y llegar en algún momento de mi vida a vivir lejos de casa. Me hizo ver más allá, a empatizar aún más con las personas, ser más inclusiva, tolerante, madurar, cambiar mi discurso, encontrarle sentido a muchas otras cosas y cambiar mi perspectiva de la vida.

Logré evolucionar y transformarme.

Si ya viviste la experiencia, deseo que haya sido igual de enriquecedora, si aún no la has vivido y tienes oportunidad de estudiar un semestre lejos de casa, no dejes pasar esa valiosa oportunidad.

Y no te cuento más porque no quiero spoilearte la experiencia.

Saludos
Alma Karina




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