Mi embarazo y post parto: mamá no dejes que se apague tu luz.

Cuando me enteré de que estaba embarazada, me temblaron las piernas, se me fue la sangre a los talones y me llené de ilusión. Juanjo y yo estábamos planeando el embarazo apenas hacía un mes, nunca imaginamos que nos llegaría tan pronto.  

Las primeras semanas, cual mamá primeriza me sentía como una figura de cristal, que al primer movimiento se podía quebrar. En esos días me encontraba un poco preocupada,  no podía creer que nuestro plan de vida se hiciera realidad y que todo podía ser tan perfecto. Me asustaba la idea de que algo malo pudiera pasar.

En cuanto a los famosos achaques, los primeros meses me fueron de maravilla, recuerdo que apenas en una ocasión sentí un poco de nausea y ya. El embarazo no anulaba mi energía, de hecho ni siquiera me apetecía tomar una siesta.

En ese entonces me encontraba laborando en el que por un tiempo fue mi trabajo soñado, me sentía tan bien que incluso solicité mi incapacidad un día antes de que Fer naciera. Tú me veías llevando mi vida tan normal que si no fuera por la tremenda barriga que me saltaba, ni pareciera que estuviera embarazada. 

Al llegar los últimos dos meses de embarazo empecé a tener complicaciones, específicamente un problema con mi grupo sanguíneo que estaba generando anticuerpos y podría llegar a hacerle daño a los órganos de Fer en cualquier momento.

A partir de los 7 meses estuve siendo monitoreada cada dos días, ya que en el momento que mi bebé empezará a presentar alguna anomalía en alguno de sus órganos, debía ser intervenida de inmediato.

Finalmente a los 8 meses, un 5 de abril del año 2017, llegó el momento de que Fer naciera, me tuvieron que practicar una cesárea de urgencia ya que Fer estaba empezando a presentar daño en su piel. 

Recuerdo que moría de nervios, solo quería que mi hijo estuviera bien, no me importaba nada más.

Y ahí me encontraba en quirófano esperando la epidural,  la cesárea fue todo un éxito. Se llevaron a Fer a realizarle algunos exámenes y posteriormente lo llevaron a incubadora, donde tuvo que utilizar oxígeno por varias horas, algo de lo que ni enterada estaba, pues duré aproximadamente 5 horas en recuperación. 

Finalmente conocí a mi bebé, estaba invadida de amor, pero sentía muchísimo miedo al cargarlo, al darle pecho, a que algo le pasara. 

Mis días post parto fueron un poco complicados, mis hormonas no me dejaban ver con claridad y la regadera era como mi confesionario. Pasaba todo el rato llorando sin apenas entender porqué.

El dolor al lactar era insoportable los primeros días y seguido sentía como si la herida de la cesárea se abriera. 

No dormíamos pues sentíamos que Fer podía dejar de respirar en cualquier momento, así que Juanjo y yo hacíamos guardias para vigilarlo durante toda la noche. 

Sentía que mi vida jamás volvería a la normalidad y lo correcto es que mi vida jamás volvería a ser la misma. 

Me preguntaba si sabría educarlo, si realmente estaba haciendo las cosas bien, si le estaba brindando la seguridad que él necesitaba, si era una buena mamá.

Los primeros meses sin duda alguna son los más difíciles. Experimentamos tantos cambios que incluso llegamos a perder la cabeza un poquito.

Si estás próxima a tener bebé o acabas de tener bebé: MAMÁ NO DEJES QUE SE APAGUE TU LUZ. 

No estas sola, muchas ya pasamos por lo que ahora te toca vivir y si bien es cierto que cada embarazo y postparto es diferente, recuerda que cuando sientas que ya no puedes más, todo tu esfuerzo valdrá la pena. Lo estás haciendo muy bien. 

No te decepciones si no consigues una lactancia materna exclusiva, o si no consigues tener un parto natural, eso no te hace menos mamá. Pero sobre todo no te compares con otras mamás, muchas llegamos a solo platicar lo más bonito y satisfactorio y no lo que no se ve, ni se sabe de la maternidad, hasta que se vive.

No quiero dejar de recordarte lo bueno que es pedir ayuda cuando la necesites, así como la importancia de solicitar ayuda profesional en determinado momento.

Si conoces a alguien que será mamá próximamente, no juzgues, no compares y no hagas comentarios imprudentes, lo que una mamá necesita en ese momento son manos y palabras bonitas, no opiniones.   

Por mi parte, Fer vino a cambiar mi vida por completo; a enseñarme a amar de una forma inexplicable; a experimentar el amor más puro; a mejorar mi forma de ver la vida; a convertirme en una mamá que, lejos de ser perfecta, da su máximo pero lo da con mucho amor, siempre esforzándose por criar a un futuro adulto que ame su entorno y respete su ambiente.

Mamá no dejes que se apague tu luz.

Saludos,
Alma Karina

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