Mi maternidad lejos de casa

En México se estila mucho, aunque creo que poco a poco va perdiendo fuerza, el que las abuelitas maternas estén muy presentes durante el post parto de sus hijas, apoyándolas en todo momento y enseñándoles, sin ese afán, a sobrevivir a los primeros días de maternidad. 

En mi caso, así fue. Mis miedos, mis hormonas y los detalles que hacían falta por instalar en la casa que acabábamos de comprar Juanjo y yo en Mexicali, nos obligó a pasar con mi mamá el primer mes de post parto y primer mes de vida de Fer. Tuve la fortuna de tener su apoyo en ese difícil mes y es que no podía ser diferente, pues mi mamá y yo somos muy apegadas.

Por lo anterior y mucho más me ha costado bastante separarme de mi madre, vivir la maternidad lejos de ella y más aún separarla de su nieto. Ella es mi ejemplo y mi sensei. Ella y Fer son uno mismo, me era inevitable, cuando todavía vivíamos en México, no observar la complicidad que los envuelve y el lazo tan único que tienen. El salir corriendo a su casa para que viera con sus propios ojos alguna gracia nueva que Fer se estaba inventando, es sin duda de las cosas que más extraño estando lejos.

Mi familia en general ha sido muy unida, y en específico, las mujeres que la conformamos somos fuente de inspiración entre nosotras mismas. Por lo que llegar a un lugar, que si bien no es nuevo para mí, pero el llegar en un momento tan distinto y una etapa distinta de mi vida (y no de estudiante), me ha hecho sentirme muy ajena a esta ciudad en muchos aspectos y a su vez me ha hecho afrontar con Fer un sinfín de situaciones, que probablemente estando en México, hubiera resuelto guiada por los consejos oportunos de las mujeres de mi familia.

Cuando recién llegamos, sufrí bastante por la diferencia de horario, el no poder contactar a mi mamá, abuelita, tías, primas, al verme vulnerada por alguna fiebre, gripe o lo que fuera que le ocurriera a Fer, me hizo valorar aún más esa dinámica que tenemos y que destaca el valor de mi familia. 

La vida lejos de casa ha llevado a mi maternidad por caminos inimaginables, jamás pensé llegar a dejar en pausa mi vida profesional y tampoco en la persona que me convertiría una vez pausándola.

Esta decisión de vida, me obligó a convertirme en mamá a tiempo completo, esto derivado al tema migratorio, a la consecuencia de empezar de cero en el viejo continente, y a lo que Juanjo y yo determinamos sería lo mejor.

Y es que, realmente disfruto el llevar a mi hijo a la escuela, el alistarlo por la mañana, el llevarlo de la mano hasta su salón y sobre todo el recogerlo una vez finalizada las clases, ver su carita de emoción esperando a que sea su turno de salir del salón, me llena el corazón.

No me refiero a que si viviéramos en México no disfrutaría el hacerlo, pero definitivamente el que vivir lejos de casa me haya permitido vivir la maternidad 24/7, me ha hecho descubrir cosas en mí, que en México no hubiese tenido oportunidad de experimentar.

Es difícil ser mamá en un lugar desconocido, lejos de los tuyos, lejos de tu gente de confianza que te aconseja desde su corazón y sin el afán de imponerte algo. Es difícil, más no imposible, sobre todo cuando el estar lejos deja de trascender tanto en tu manera de vivir la maternidad, pierdes el miedo a experimentar y empiezas a fluir como mamá, sin importar el lugar en donde estés o con quien estés.


Alma Karina


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