Lo que nadie me contó de la vida lejos de casa

Desde el momento en el que pasa por tu cabeza emigrar, estás indirectamente aceptando lo que conlleva cambiar de residencia. Puedes empezar a tener una idea de como visualizas tu vida en el exterior, pero hasta que no lo vives en carne propia, es difícil que realmente estés enterado(a) de lo que es vivir lejos de casa.

Y eso me pasó a mí. El haber vivido por 6 meses hace algunos años en Almería, me hizo creer que yo ya conocía el teje y maneje de lo que la vida lejos de casa significaba. Sin embargo, una movilidad estudiantil me cegaba la mirada ante el enamoramiento fugaz de sentirme dueña de mi camino a mis 21 años, una movilidad que tenía fecha de caducidad y que irremediablemente me regresaría a mi lugar de origen. 

Al tomar la decisión de emigrar, 8 años después, de volver a ese lugar (Almería) que me ofreció tanto en aquel 2010, mi corazón se llenaba de memorias bonitas, pero nadie me había preparado para lo que se venía.

Siempre que me lo preguntan, contesto que lo más difícil de mi adaptación, al principio, fue el de mi nuevo rol en casa (mamá a tiempo completo), sin embargo creo que todos los días se presenta algo nuevo que hace que estés, continuamente, luchando por adaptarte a esas nuevas situaciones.

Ahora bien, lo que nadie me contó de la vida lejos de casa es:

Lo mucho que me dolería ver a mis papás envejecer a la distancia.

Que en ocasiones me sentiría perdida.

La culpa que se me vendría encima por haber separado a mi mamá de su nieto.

La falta que me haría sentir un abrazo de mi familia.

Que me perdería de momentos únicos e irrepetibles.

La pesadilla que sería perder a un ser querido a la distancia.

Que el llanto me invadiría más que menos.

Como es que inevitablemente dejaría de conectar con personas, con las que pensaba tener un lazo inquebrantable.

Que la comunicación con los míos dependería de una red wifi.

Que tendría que empezar completamente de cero.

Que la distancia pesa aún más cuando el cambio de residencia es intemporal.


Pero, tampoco me contaron:

La facilidad con la que resolvería los problemas.

La capacidad de resiliencia que adoptaría.

Que mi perspectiva de la vida cambiaría considerablemente.

La tranquilidad que me daría el vivir en una ciudad segura.

Que reforzaría mi capacidad de sociabilizar.

Que me encontraría en constante evolución.

Que me auto descubriría.

Que la empatía reinaría mis días.

La importancia de contar con una red de apoyo.

Que reconocería cuando hay que pedir ayuda.

Lo aventurera y atrevida que podría llegar a ser.

Que volver a empezar me ayudaría a mejorar mi versión.

Que afianzaría la relación con mi pareja y reforzaría la relación con mi hijo.

Que aprendería a vivir el ahora.

Que también se vale considerar y/o regresar a vivir a mi lugar de origen.


Esto es solo un poco de lo mucho que nadie me contó antes de inmigrar.

Considero que si buscas emigrar lo hagas de manera consciente, que te informes, y lo más importante, que sepas que no estás solo(a). Somos muchos(as) los(as) que nos encontramos en este mismo viaje, por eso espero que mi contenido te inspire y te dé ese impulso que necesitas para tomar tú decisión. Si eres un inmigrante espero que logres conectar con mi contenido y que encuentres en el motivación.

Saludos

Alma Karina







 

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