Colaboración: DE ESPAÑA A FRANCIA POR BELÉN
Tenía ya la suerte de hablar francés, pero no quita que el cambio de idioma repentino es impresionante. Ahora lo que pierdo es el español.
Lo que si cambia mucho es la forma de vida. No puedo salir de compras un domingo, está todo cerrado, y entre semana a partir de las siete de la tarde igual. ¿Salir de fiesta? A partir de las ocho, justo después de cenar. Lo de cenar a las diez de la noche ya no puedo hacerlo. Y ahora con confinamientos ni os cuento, pero no hablemos de temas que enfadan.
Lo más difícil al llegar fue la cantidad de papeleo que hay que hacer. Banco, casa, universidad, beca (CROUS), ayuda para pagar la casa (CAF)... Merece la pena hacerlo porque hay muchas ayudas del estado que te permiten vivir mucho mejor. Pero la administración francesa es un desastre... Bueno, supongo que como toda administración.
Echo de menos a mis amigos. A mi familia. A mi Madrid querida, que es mucho más segura la noche que los barrios norte de Marsella. Y que tiene más vida que Nancy. Pero merece la pena, he ganado en independencia y experiencia. Ahora sé que puedo con todo lo que me caiga.
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